¡Qué necia sería la persona que le pidiera únicamente regalos insignificantes a un amigo rico, sin aceptar las cosas de verdadero valor que éste le ofrece!
Pero no hay tonto como el que le pide trivialidades a Dios sin querer recibir el regalo más valioso de todos: la presencia divina en su propia persona.
Jesús dijo en una oportunidad: “¿Acaso alguno de ustedes que es padre, será capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿o darle una culebra cuando le pide pescado? Pues si
ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
(San Lucas 11:11-13 la Biblia).
Cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros. No puedes ni imaginar un privilegio más grande que ese. Pero para lograrlo, el Creador propuso desde el principio un plan que es sencillo y completo. No lo puedes comprar con dinero, ni con lágrimas, ni con ritos religiosos, sino que lo posees únicamente cuando tomas los siguientes cuatro pasos:
1. Confesar que eres un pecador alejado de Dios.
2. Reconocer que no puedes salvarte a ti mismo.
3. Saber que Dios te ama y bajó a la tierra en la persona del Hijo para morir en
la cruz y pagar por tus pecados.
4. Aceptar a Jesucristo como tu Salvador personal y como el Señor de tu vida.
Si tienes preguntas acerca de cómo hacer esto o quieres que alguien te
ayude, consulta con la persona que te dio esta publicación o escríbenos a una
de las direcciones que están en esta edición. ( www.lavozparatodos.org )